La Norita luchadora nació el 15 de abril de 1977, cuando su hijo, Carlos Gustavo Cortiñas, fue secuestrado en la estación de trenes de Castelar. Carlos, casado con Ana y padre de un niño llamado Damián, fue una de las numerosas víctimas de la última dictadura militar en Argentina. Desde ese momento, Nora, conocida popularmente como Norita, dedicó su vida a buscarlo y a todos los desaparecidos. De esa manera se convirtió en un pilar fundamental del movimiento de derechos humanos en el país.
Escuchó hablar de las mujeres que se reunían en Plaza de Mayo para reclamar por sus hijos y se sumó en mayo de 1977. Desde entonces, no faltó a la lucha, ni siquiera cuando otras madres fueron secuestradas, como Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco en diciembre de ese mismo año.
Norita no solo buscó la restitución de su hijo, sino también la de todos los hijos e hijas que la dictadura arrebató a sus familias. Su activismo incansable se convirtió en un símbolo de resistencia y justicia.
Un pueblo la llora
“Como parte de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, ‘Norita’ siempre mantuvo en alto el reclamo de juicio y castigo para los genocidas de la última dictadura y la bandera de los 30 mil desaparecidos”, prosiguió la declaración.
El comunicado también recordó la incansable búsqueda de justicia de Nora: “Su hijo, Gustavo Cortiñas, militante peronista y trabajador del Estado, fue secuestrado el 15 de abril de 1977 en Castelar, zona oeste del Gran Buenos Aires. Desde entonces, ella recorrió numerosas dependencias –como hicieron tantos familiares– hasta reunirse con otras mujeres en su misma situación y convertirse en Madre de Plaza de Mayo”.
“Solidaria con todas las luchas del país y del mundo, supo conectar con las jóvenes generaciones, que la reconocen como un ejemplo de coherencia y militancia”, añadió Abuelas de Plaza de Mayo. “En este momento de pesar, abrazamos a sus compañeras, familiares, amigos y a todas las personas que hoy, en su ausencia, sienten –al igual que nosotras– que se ha ido una mujer necesaria e indispensable. ¡Hasta la victoria siempre, querida Nora!”.
La vida de Nora Cortiñas estuvo marcada por el dolor personal y la lucha colectiva. Su compromiso con la justicia y la memoria la convirtió en una figura admirada y respetada no solo en Argentina, sino a nivel internacional. A lo largo de su vida, recibió numerosos reconocimientos y honores, aunque siempre mantuvo una actitud humilde y centrada en la causa que la movía: la búsqueda de verdad y justicia.
Nora Cortiñas dedicó más de cuatro décadas de su vida a buscar justicia no sólo para su hijo, sino para todos los desaparecidos de la dictadura. Su labor incansable y su capacidad para conectar con las nuevas generaciones la convirtieron en una figura imprescindible en la historia contemporánea de Argentina. Su memoria y su lucha seguirán inspirando a muchos en la búsqueda de un mundo más justo y solidario.
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